¿El perro villano es producto de la mezcla de otras razas?
Los villanos son perros de presa originarios de la parte más occidental de Bizkaia y de las zonas geográficas próximas a Cantabria, Araba y Burgos. Son utilizados desde épocas ancestrales por los ganaderos propietarios de bóvidos de raza monchina por su carácter salvaje, para la captura de reses en los abruptos valles en los que habitan.
El color de la capa típica es el barcino o “barreado”, término utilizado por los ganaderos encartados. En menores porcentajes existen capas negras, castañas y blancas. El color del iris es avellano y la pigmentación de la trufa, negra. El pelo es corto (de 1 a 3 centímetros), duro y plano. La alzada media a la cruz es de 58’66 centímetros en los machos y de 55’’94 en las hembras. Además, existe una costumbre ancestral de cortarles las orejas cuando cumplen un mes de vida.
La captura de las reses monchinas por los villanos constituye una de las tradiciones más arraigadas en la comarca encartada. La época en la que se desarrolla es la comprendida entre los meses de octubre a diciembre, por lo que se denominan “octubradas”.
Para capturar las reses, primero actuaban los antiguos villanos, cánidos careadores de capas oscuras, más pequeños que los actuales, cuya misión consistía en separar, conducir y acercar la res elegida por los ganaderos.
Una vez aproximado el objetivo y a distancia corta, se soltaban los perros alanos, especie extinguida que encontró en esta comarca su último reducto. Los alanos, bastante más pesados que los villanos, eran quienes apresaban a la res.
No obstante, los ganaderos encontraban inconvenientes para trabajar con las dos razas. Por una parte, los antiguos villanos no eran perros de presa y por ello no estaban capacitados para capturar a los bóvidos. Los alanos, en cambio, no podían separar el ganado. Además, si después de tener cercada a la presa no la cogían en los primeros lances, se iniciaba una persecución que en la mayoría de los casos fracasaba por su escasa capacidad respiratoria, producto de su estructura cefálica.
Como consecuencia, en los años 60 los ganaderos comenzaron a cruzar ambas razas, dando como resultado al perro villano actual, que ha recogido las virtudes de sus predecesores.